martes, 12 de agosto de 2014

Íntimo, Francisco y Gaza: "Hay que terminar con esto ya"


El editor de MDZ, Gabriel Conte, fue invitado por el papa Francisco al Vaticano. Como vocero de organización contra la violencia armada, su experiencia.

“Hay que parar esto ya” dijo, en voz baja, intimista pero firme, mirando fijo a los ojos a su interlocutor, el papa Francisco. Como pidiendo ayuda. De una forma que no da lugar a dudas: “Hay que hacerlo”, quedó como opinión, deseo, misión, mandato si se quiere.
La audiencia general tuvo tres momentos: la llegada del pontífice, saludada con una aclamación, brazos en alto y celulares en on, niños corriendo por los pasillos para saludarlos y otros, pidiendo los brazos de sus padres, asustados por la situación.
Los colaboradores más cercanos al pontífice lo aguardaban en el estrado mientras él atravesaba el salón saludando hacia ambos lados, con toda la paciencia y el tiempo del mundo.

Tras el ritual en el que pidió por la paz en Oriente Medio, la Guardia Suiza se contrajo. Se retiró. Lo dejó al cuidado del público.
Jorge Bergoglio, Francisco, bajó a saludar y dialogar con sus invitados, uno por uno.
Tras estrechar la mano al papa, él confirmó el saludo sumando su otra mano, con fuerza, sin soltar y subrayando, con ese gesto, las palabras que sobrevinieron.
Quiero dejarle unas cartas. La primera, de dos organizaciones, una mundial (IANSA, la International Action Network on Small Arms) y otra en Latinoamérica y el Caribe, de CLAVE (la Coalición Latinoamericana para la Prevención de la Violencia Armada). En ellas lo apoyamos y le pedimos que nos apoye.
- Qué bien. Muchas gracias. ¡Qué situación terrible!
Imagínese usted, que conoce el paño: con el 15 por ciento de la población del mundo, Latinoamérica le da al planeta del 40 por ciento de los muertos a balazos, con todo lo que eso implica.
- Es un horror.
Le traigo, además, un saludo de Pax Christi desde Bruselas, una carta de Viva Rio de Brasil, un saludo de la Red Argentina para el Desarme, que cumple diez años de trabajo y necesita de su apoyo y el saludo de la familia Marcenac, de Necochea, a cuyo hijo Alfredo lo asesinó un francotirador en avenida Cabildo y está libre.
- ¡Ah, sí, Marcenac! ¿Podés mandarles mis saludos? Por favor, dejame las cartas que él (un asistente) las llevará. Tengo algo para vos… (y sacó un rosario de un bolsillo)

Muchas gracias. Yo le quiero regalar mi pin del desarme, Desde hace muchos años que insistimos en que las armas solo sirven para matar y me gustaría sumarlo, que usted comparta nuestro compromiso… (me saqué el pin de la solapa y se lo dí. Lo tomó, lo mostró y lo usó.
- ¡Claro que sí! Muy bien.
Y no quiero olvidar el pedido de paz para Medio Oriente, como lo dijo usted en su mensaje y como lo dice siempre.
- ¡Hay que frenar eso ya!
¿Y qué podemos hacer?
- Todo. Rezá por mí. Rezá por mí.
Miles de personas se habían aglutinado en la Plaza de San Pedro pero un funcionario decidió cambiar el lugar de la Audiencia General de los miércoles, la primera tras un mes sin ellas por descanso estival y la última, porque sobrevienen viajes y otras cuestiones hasta el 17 de agosto.
Desde el auditorio Paulo VI, Francisco se tomó casi exactamente dos horas para saludar directamente a la mayor cantidad de gente que pudo. Abrazos, selfies que –al ser mostradas e pantalla gigante- despertaron la sonrisa y el aplauso. Muchas camisetas de la Selección Argentina y de San Lorenzo, pero también banderas de lugares recónditos del planeta.
En la plaza, muchos esperaron poder verlo aunque sea desde lejos, pero las pantallas, vaya a saber uno por qué, no funcionaron. Al interior del salón, quienes teníamos la invitación para el diálogo personal, lo vivimos como un privilegio: en medio de tantos asuntos, un líder mundial que tiene marcados en su agenda los grandes teas del planeta, tenía tiempo para escuchar un planteo personal o grupal y para darle su respaldo u opinión.
“Tiene una memoria increíble y una capacidad de resolver asuntos sobre la marcha que pocas veces he visto”, explicó un colaborador cercano que, sin embargo, no puede ser acusado de “ladero”, ya que ha trabajado para los dos papas anteriores.
Francisco no aflojó, desde entonces, un minuto más. En todas sus apariciones insistió con el pedido de paz y con un asunto central de su papado: que los curas se dediquen a las cosas concretas de la humanidad.
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Publicada por MDZ: http://www.mdzol.com/nota/550455

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