El papa Francisco revolucionó a la banca del Vaticano. Colocó al frente de la comisión cardenalicia del Instituto de las Obras de la Religión (IOR) al cardenal español Santos Abril.
Para ello, echó al ex secretario de Estado, el poderoso Tarcisio Bertone, y a los cardenales Scherer y Calcagno de tal modo que de la anterior comisión, sólo permanece Jean-Louis Tauran.
Junto al prelado español, el papa argentino nombró al actual secretario de Estado, Pietro Parolin; al arzobispo de Viena, Christoph Schönborn -uno de los más críticos con la opacidad financiera de la Santa Sede- y el arzobispo de Toronto, Thomas Christopher Collins.
Según destaca el periodista especializado Jesús Bastante en "ReligionDigital.com", e pasado mes de junio, el ppa creó a través de un motu propio una comisión de investigación con el objetivo de imprimir un poco de transparencia al oscuro y siempre polémico Banco Vaticano. "Algo que ya había intentado sin éxito Benedicto XVI durante su pontificado", señala.
Agrega que desde 2010, la Fiscalía de Roma tiene bajo la lupa al IOR, sospechoso de haber llevado a cabo durante años operaciones de lavado de dinero negro y de actuar como un auténtico paraíso fiscal en el corazón de Roma.
Desde que Bergoglio se propuso reformar los organismos económicos de la Santa Sede, se han cerrado unas 12.000 cuentas corrientes de las 25.000 con las que contaba el Banco Vaticano.
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@DataVaticana
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