lunes, 23 de septiembre de 2013

Enfoque: Una mujer cardenal y otras “bergogliadas”

Por Gabriel Conte




No hay forma de que se le deje de prestar atención a cada palabra y cada gesto del papa argentino, Jorge Bergoglio o Francisco, de acuerdo con la denominación escogida para ejercer el papado.

Posiblemente sea que, por ese mismo vértigo generado, no siempre se consigue el tiempo para interpretar el verdadero sentido de sus palabras y se avanza en “bruto”, siguiendo la inercia histórica frente a estos temas. Así, se le festeja o condena por anticipado, sin dar espacio al análisis.

Pero frente a afirmaciones muy puntuales, resulta ridículo observar cómo el clima de celebración crece entre quienes piensan desde polos opuestos en medio de ese apuro.

Así, la semana pasada hubo alegría de parte de quienes reclaman una rediscusión de las posiciones de la Iglesia en torno a la homosexualidad, el aborto o divorcio, pero también departe de los que sostienen la postura histórica de la Iglesia. Ambos creyeron entender guiños a su favor de parte del papa. Pero no: no hay doble discurso esta vez. Lo que hay es discurso, palabras, afirmaciones, propuestas, debate. No hay promesa de hablar de esos asuntos: directamente el papa –en una posición inédita- habla sobre ellos y despierta una avalancha a su alrededor.

De la última “bergogliada” de la que se da cuenta es la posibilidad de que sea ascendida al rango de cardenal una mujer. Una verdadera bomba desde adentro de un espacio que marginó al sexo femenino a un rol secundario en la hermética estructura del poder católico.

Pero, ¿de dónde surge precisamente esa especulación? De la tarea que toda una nueva generación de periodistas abocados a seguir paso a paso al papa Francisco debe realizar: poner un freno al frenesí, releer y escuchar atentamente lo que el jefe de la Iglesia Católica dice.

En su extensa entrevista con “Civittá Católica”, Bergoglio dijo: "La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer”. De allí que los periodistas de “El País” de Madrid interpretaran que lo que está diciendo el papa es: "La Iglesia no está aún completa porque en ella falta la mujer”.

No se puede aplaudir o criticar al papa en función de preconceptos. Su ímpetu, se crea o no en él, deja una tarea constructiva para toda la humanidad: observarlo, escucharlo, ir a las fuentes más directas y repasar el dogma; estar atentos a las reacciones a su alrededor (inmediato y lejano) y ofrecer caminos para ser partícipes del debate.

Esto indica que Bergoglio está consiguiendo –sin que medie Concilio alguno- una situación histórica. Decir lo que dijo sobre las mujeres y la Iglesia no es una frase al pasar, sino toda una condena a la propia estructura que dirige y no le resultará fácil dar los pasos que parece querer dar: los sectores más conservadores ya pasaron su momento de euforia y comienzan a operar en sentido contrario al señalado por el papa.

El solo repaso de seis meses de papado deja un resultado que ni siquiera un siglo entero, con todo lo que ello implica, con su Pio IX, Juan XXIII y Juan Pablo II, pasando por Paulo VI, se sospechó que podía darse. Así, el papa de una iglesia acusada de oscurantismo, pedofilia y corrupción abre ventanas por todos los rincones del imperio Vaticano en todo el mundo.

Allí en donde alcanza un gesto, es bienvenido, como en su mensaje de humildad personal, de austeridad en la gestión, de optimización de tantos edificios eclesiásticos vacíos. Primeros pasos de transparencia en el manejo de los fondos del IOR, la banca oficial del Estado que dirige y apertura de espacios para todos los sectores, desde el Opus Dei hasta la Teología de la Liberación, para con quienes ha tenido especiales consideraciones.

El cambio generacional en la Iglesia llegará cuando el torbellino de iniciativas supere a los más ancianos jerarcas en su capacidad de comprensión y acatamiento y los deje sentados, evidentemente anclados al pasado y ajenos a un futuro que –como puede comprenderse- es la mayor promesa que este papa argentino está formulando a sus fieles católicos: “Lo mejor –parece decir- vendrá cuando yo ya no esté”.
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@DataVaticana


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