martes, 12 de agosto de 2014

Franciscomanía: el papa es un fenómeno

Por Gabriel Conte, desde Roma
Lo que se dice en las calles del Vaticano sobre el pontífice argentino. La resurrección de la iglesia católica y la apuesta por Bergoglio.


No hace mucho tiempo, 500 días, poco más de un año, regía la iglesia católica una eminencia académica como Joseph Ratzinger, Benedicto XVI. Sucedió a un papa tan popular que ya es santo: Karol Wojtyla, Juan Pablo II. Y su designación causó alegría por cubrir la vacante, pero decepción: su figura no solo carecía de carisma, sino que se lo vinculaba (bien, mal, como sea) a lo que podríamos denominar como “la estructura” de la Curia aunque, en realidad, por su origen alemán y formación, los propios “romanos” lo rodearon y asistieron, pero nunca lo creyeron uno “propio”.
Ese papa rompió la historia: renunció. Decían que no se podía, pero lo hizo. Y en su lugar los cardenales eligieron al argentino Jorge Mario Bergoglio que, primero por su condición de primer pontífice latinoamericano y muy pronto por sus gestos y acciones, se ganó los corazones.
Hay una “Franciscomanía”. Puede apreciarse con absoluta claridad en la Ciudad del Vaticano en donde de la crisis turística que se vivía hace un tiempo atrás, no más de dos años, ahora se vive una verdadera fiesta. “Han vuelto las colas, claro que sí. Hay gente todo el tiempo. Entre los argentinos y los latinoamericanos que vienen a saludar a uno de los suyos, hasta los que lo sienten propio por ser un papa humilde, o extrovertido y de un país lejano, hay gente todo el tiempo y en todo momento. Es un estallido de confianza, digo siempre yo cuando me preguntan. Y yo mismo creo que se puede confiar en Francisco, claro que sí”, reafirma, apoyado en el mostrador, un cafetero de la Via Ottaviano consultado por MDZ.
Parece increíble pero es cierto: las mismas razones por las que presumiblemente renunció Benedicto XVI hoy, en sentido contrario, ponen en valor a Francisco ante los católicos.
Se dijo que el papa alemán se había ido por el efecto del “lobby gay” que dominaba las decisiones de la curia, y Francisco abrió el diálogo en torno a iglesia y homosexualidad, sin tapujos, aunque sin moverse del dogma. Se dijo también que acosaban a Ratzinger desde las estructuras del “Banco Vaticano”, el IOR, porque él quería reformarlo, intervenirlo, actualizarlo. Pues Francisco lo hizo, y casi de golpe.
Los negocios oficiales y paralelos, todos con permiso de la autoridad del Vaticano, que es una Ciudad Estado además de la sede de la iglesia católica a nivel mundial, rebosan de imágenes del papa argentino.
Los hay simpáticos, discretos, gigantes, pequeños, a todo color, de cuerpo completo o con su sonrisa, con el pulgar en alto, en el balcón del día en que lo eligieron. También bizarros: encendedores, sacacorchos y destapadores de cerveza. Hay, también, “Franciscos” que mueven la cabeza con un resorte, como los perritos de los taxis. Espejos gigantes y uno se mira en… Francisco. Rosarios, denarios con la imagen del papa; estampitas de todos los tamaños, afiches, almanaques, cuadros en serie y originales, vendidos por sus autores.




Un verdadero merchandising, un término creado para demostrar cómo se crea un mercado. Una calificación que polariza con los principios espirituales pero que, negociando valores, muestra a un papa que “está de moda” y que, con ello, está poniendo al catolicismo entre las opciones religiosas de vanguardia, cuando ya muchos la daban por desaparecida.
Hay una apuesta en todo esto. Consciente o inconscientemente, la imagen el papa Francisco, altamente positiva, ocupa todos los espacios simbólicos del Vaticano, una ciudad, un Estado, una estructura que en principio parecía repudiarlo, como si fuera ajeno, pero que de a poco, les guste o no a los antiguos “dueños” de la Iglesia, se está acomodando en su lugar y dejando su legado.
En este punto, claro está que no se trata de un Francisco que quede en souvenirs. Hablamos de un pontífice que inicia reformas estructurales y ojalá dogmáticas; que trata de actualizar a este tiempo a la iglesia, sin que cambie demasiado en su esencia (guste o no, es así); presente en todos los campos de la imagen: presencial, con un papa que todos los días tiene no uno, sino múltples actividades movilizadoras a las que le pone el cuerpo; simbólico, con los medios y productos; y que trasciende a los espiritual a través de decisiones como las de canonizar a más de 800 referentes de la iglesia, entre ellos, nada menos que a dos gigantes, como fueron Juan XXIII y Juan Pablo II, aunque próximamente también lo hará con Paulo VI.




Un hombre de acento español que paseaba junto a su familia por el parque del castillo de San Angelo, al costado del río Tiber, le dijo a su mujer e hijos: “Por las tardes, cuando se acerca la noche, el papa sale a caminar por este parque”. El resto de la familia dejaron de lamer los helados y se miraron, entre sí, como acordando quedarse un rato más, por las dudas. Es mentira, pero el mito cunde. Otros han dicho que sale a visitar los hospitales, que se disfraza de mendigo y cosas así. Y no es verdad: lo ha desmentido el propio Vaticano oficialmente y, por cierto, a Bergoglio “no le daría el cuero” para hacer más: hace mucho para su edad.
A unos 700 metros de allí, en la Plaza de San Pedro, este martes el papa realmente salió y saludó a 50 mil niños y adolescentes que son activistas católicos en Alemania. Aceptó preguntas de cuatro de ellos. Se vivió una fiesta monumental, con Roma sin aire para una persona más.
Eso indica que es la realidad la que alienta al mito y que Francisco es, definitivamente, en forma calculada o espontánea, un fenómeno social y cultural.




Un dato más: en los mercados que rodean a la Basílica de San Pedro, Francisco está presente en múltiples objetos. Pero a diferencia de otros tiempos en que el papa “en funciones” lo era todo, comparte, generosamente, como si estuviera calculado por expertos, góndolas con Juan XXIII, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Los católicos lo perciben como una sumatoria poderosa.
Y pareciera que tienen razón, al menos, en cuanto a los objetivos internos de sostener con vida a un culto de dos mil años y heredárselo a los jóvenes.
----
Publicado por MDZ: http://www.mdzol.com/nota/549736

No hay comentarios:

Publicar un comentario